lunes, 13 de noviembre de 2017

Esta soy yo y así nació Afrodita y su Espejo












 Quisiera empezar contándoles que el tema de la medicina siempre me ha apasionado, me encanta el don que tienen estos súper héroes, porque lo son, de sanar vidas, de devolver esperanza, de llevar ilusiones y nuevas expectativas. Todo comenzó, porque desde pequeña he visitado una cantidad inimaginable de médicos, gracias, a que mi mamá es hipocondriaca.


 Los he visto a todos o casi a todos, he visitado gastroenterólogos, endocrinólogos, internistas, otorrinos, pediatras, médicos generales, ginecólogos, psicólogos, psiquiatras, nutricionistas (estos con mayor frecuencia), y en los últimos años, cirujanos plásticos, junto con otro montón más. Me fascina todo lo que siempre tienen para decir, para contarme, me fascina preguntarles cosas, yo no voy a consulta con ellos, ellos llegan a mí para ser confesados y les juro que de verdad tienen historias sorprendentes.


 Siempre me he interesado en la salud y aunque soy de profesión, periodista, todo lo que tenga que ver en este campo, creo que debe ser siempre compartido. Yo, como la mayoría de mujeres me gusta sentirme bien conmigo misma, quiero sentirme bien con mi cuerpo, que lo que vea en el espejo, me guste. Lamentablemente, de pequeña sufrí bullying lo que me llevó a tener una adolescencia un poco "acomplejada" como decimos por ahí.


 Hasta hace un tiempo me avergonzaba de contar esa parte de mi vida, pero un día, mientras esperaba que mi hija saliera de su clase de ballet, me puse a conversar con varias mamitas que ahí estábamos, y de pasar de un tema a otro, tocamos el famoso tema de los "complejos", y ellas contaban como en su tiempo de juventud, otros se burlaban de sus defectos, orejas grandes, obesidad, flacura extrema, ojos grandes etc. Y entonces me puse a pensar que era ya un tema bastante trillado y que yo no era la única, -tenés que superar esos traumas, me dije a mí misma y me sentí aliviada, debo confesar.


 Pero creo que ese bullying por el que tal vez pasamos usted y yo no se ha acabado, puesto que la sociedad también nos demanda que todas estemos delgadas, con grandes senos, pompis redondas, narices puntiagudas y otro montón de sandeces más. Yo como mujer, llegué a la conclusión de que yo nací con un cuerpo, tengo herencias, tal vez las mías son diferentes a las demás y que aunque me cuide, corra, haga ejercicio, me realice cirugías o haga todas las anteriores, yo tengo una esencia y eso creo que nadie lo puede cambiar.


 Luego del pasar de los años, tengo que admitir, que varias amigas y yo caímos en la tentación de las cirugías plásticas, una piensa que esas cosas son para otras mujeres que  jamás van a pasarle a una, pero ahora con más frecuencia escuchamos que la vecina se va aumentar no sé qué, que el esposo de fulana se va a quitar no se cuá, que una compañera del trabajo se hizo lipo entre otro montón de ejemplos, quiere decir, que no solamente mis amigas y yo nos dejamos seducir, sino muchas otras personas, también.


Lamentablemente esta tentación nos dejó un mal sabor de boca, luego de que una de mis amigas, quién se sometería a una abdominoplastia, se vio muy mal durante su recuperación. Les cuento que a mi amiga a quién llamaremos "Penélope", la operó un cirujano plástico incorporado a la ACCPRE (Asociación Costarricense de Cirugía Plástica y Reconstructiva), vean el grado de peligro.
Penélope visitó a este médico, con toda la esperanza de volver a verse su ombligo, pues múltiples embarazos habían destrozado su área abdominal, el cirujano le prometió que quedaría para portada de revista.


 Ella se sometió a exámenes costosísimos pre operatorios, necesarios para realizar la cirugía con toda seguridad. El día de la cirugía de Penélope todo marchaba con normalidad para que ella fuera sometida al procedimiento a las tres de la tarde. Ella llegó un par de horas antes, la internaron y la llevaron a un cuarto para que esperara que el famoso médico estrella le cambiara la vida y por supuesto que lo hizo.


 Dentro del cuarto donde Penélope esperaba al cirujano, había por lo menos doce mujeres más que al igual que ella, estaban  esperando ser operadas, ¡imagínense!. Yo llamé al esposo de mi amiga a las cinco de la tarde y él me comentó que todavía no la habían operado, me preocupé pero como dicen que los médico puede que se atrasen, pensé que era uno de esos casos, así que dije, no voy a alarmarlos y más tarde vuelvo a llamar para ver cómo salió.


 Cuando marqué de nuevo a las siete de la noche, y el esposo de Penélope me vuelve a decir que no la habían sometido, yo me enojé mucho, le dije a él que la sacara de ese hospital. Mi amiga estaba muy nerviosa por el atraso, con más de doce horas sin comer y otras seis horas de esperar. Pero el esposo no quiso dejarla ir, así que los dos siguieron esperando.


 Esa noche yo me fui a dormir con mucha angustia e incertidumbre, no sabía nada, no me habían llamado y menos cuando me había molestado, así que lo único que pude hacer por Penélope, fue orar.
A la mañana siguiente, el esposo de mi amiga me llamó a las diez de la mañana para contármelo todo. Y como gran gracia, me dijo, que a Penélope, la habían operado a la una de la mañana, pero que ya estaban en la casa, que fuera a verla porque ella quería hablarme.


 Cuando yo llegué obviamente que la vi diferente, no les voy a mentir, le habían cortado el "mondongo", tenía además dos drenos de cada lado del cuerpo, (para las que no saben o nunca han visto uno, los drenos son dos botellitas de sangre que sale del cuerpo, sangre "mala" que el cuerpo, valga la redundancia tiene que drenar, luego de un procedimiento así) pero ella a diferencia de su esposo, me dijo que se sentía muy mal, le habían dado un trato pésimo, cuando el doctor llegó a esas altas horas de la madrugada, ya estaba cansado y de mal humor, no era el mismo hombre que la había invitado a realizarse la cirugía durante la consulta.


 Yo lo único que pude hacer fue animarla, ya lo más duro había pasado y que tenía lo que buscaba, un vientre plano, pero no fue así, me hubiera gustado que la historia ahí se terminara.
La noche del día en que fui a visitar a Penélope, el esposo me llamó llorando diciéndome que de favor mi esposo y yo la lleváramos de vuelta a la clínica, pues uno de sus drenos se había caído y ella sangraba mucho, por su puesto que sin pensarlo la llevé, yo misma quería reclamarle al disque "famoso" cirujano que la operaba, pero lamentablemente no pudimos, el doctor ya se encontraba en un país asiático celebrando el cumpleaños de uno de sus hijos, lo que podíamos hacer era esperar a una médica general que había quedado en su lugar para revisar a los pacientes, y que esta la atendiera  al día siguiente.


Luego de muchas visitas, llamadas, molestias y regaños, a mi amiga le recomendaron que otro cirujano le diera seguimiento, pues la cirugía tampoco había quedado bien. La historia de Penélope puede llegar a ser muy larga, les cuento que ella ya está bien y que ahora está lejos de las cirugías plásticas, pero precisamente esta historia me llevó a denunciar su caso en redes sociales, y muchas mujeres se identificaron con nosotras y entonces de esta forma nació AFRODITA Y SU ESPEJO.


 Como les cuento por ahí, lo que buscamos es dar a conocer casos de mujeres que lamentablemente no tuvieron una grata experiencia, pero también veremos el lado positivo de las cirugías, de la ciencia, procedimientos, tratamientos de belleza, salud y más que son beneficiosos y a todas nos puede interesar. No voy a desprestigiar a ningún médico, los que no tienen prestigio, lo perdieron ellos mismos, pero sí vamos a aprender y compartir todas juntas, porque todas somos Afrodita.


Espero y les guste.








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Hola amigos y amigas de Afrodita y su espejo, y teníamos bastante de no conversar pero estoy feliz de volver a estar en contacto con ustedes...